Ir al contenido principal

Momento de sentimientos encontrados

Son las 10:30 de la noche, te sientas sola en la primera silla que encuentras para por fin descansar un poco, y ves este panorama (ver foto)... Yo le llamo “el momento de los sentimientos encontrados”. Ese momento que parece sencillo, normal, cero drama, en realidad te da ganas de llorar, gritar o salir corriendo. Estás cansada. Muy cansada. Se te acelera el pulso, te inunda la frustración, sientes que no das más, y mientras ves qué hacer con todo eso que sientes, vas siguiendo con los ojos la torre de chucherías, el palo del parque pegado con cinta en el piso del que sale un hilo de los que le regaló la abuela mientras cosía, sosteniendo el King Kong que con su hacha parece romper el cartoncito donde viene envuelto el papel higiénico, quien a su vez está cubierto por una ensaladera de plástico de la cocina, y de pronto, como por arte de magia, empiezas a sonreír. Sigues el recorrido de los carritos puestos en orden de tamaño y color, hasta que llegas a lo que para ti es, literalmente, un reguero, para él, en cambio, un invento importantísimo hecho con un montón de cositas que vienen en unas cajas que se llaman “Junk Box” (sin comentarios), y vuelvo a la idea de que para ti hay un desorden terrible, mientras para él todo tiene una justificación importantísima y, obviamente, moverle un milímetro alguna de esas piececitas es prácticamente un insulto. 

En este momento de vida, vas y vienes entre ternuras y enojos mientras tratas de caminar sin pisar nada, y te clavas un Lego en el dedo chiquito del pie que te hace ver las estrellas!!!... y otra vez quieres llorar y que venga alguien y te abrace, pero te acuerdas que tú eres el adulto aquí, entonces te das cuenta de que este es apenas uno de tantos de esos “momentos de sentimientos encontrados” y recuerdas, por ejemplo, cuando viste la primera ecografía y pensaste (juraste) que era una niña, y buscaste el significado de los nombres que te gustaban, tal vez el de la abuela sería lindo... Imaginaste cuánto y cómo jugarían juntas a peinarse y maquillar a las muñecas (no lo tomen a mal feministas); y viste ese tutú rosado que combinaría perfecto con la carterita de Hello Kitty, y suspiraste soñando con lo linda que se vería tu niña así, hasta que te entregaron el resultado y era un niño... Silencio total, seguido de un ¡plop! ¿Y ahora?... “Momento de sentimientos encontrados”. Te sentiste mal de sentirte así (valga la redundancia). ¿De qué hablarías con esa criatura masculina, si la relación en general con los hombres, siempre ha sido tan compleja? Pero un rato después sentiste un amor infinito, y ahora, bueno, fácilmente si te hacen un electrocardiograma, con seguridad tu ritmo cardiaco es uno antes y otro después de haber tenido ese niño que hace que se te estalle el corazón cuando al despertar te dice “hola, princesa”, y ya no importaron más las ideas de jugar otra vez a las muñecas, ni los tutús rosados, ni Hello Kitty, ahora lo realmente importante en tu vida es saber todos los nombres de los enemigos de Godzilla y te has visto, incluso, lagrimeando por él, porque no es justo que la humanidad no entienda que sí es bueno, que su misión es ayudarnos y que no tiene la culpa de ser tan grande y no caber en ninguna parte, por eso destruye todo a su paso... ¡en fin! ya sabes cómo somos los humanos. Y entonces agradeces este desorden y le vas encontrando sentido a cada pelota, pelotica, insecto disecado para ver en el microscopio, experimento, juguete, piedra del parque, pedacito de basura que tu hijo te pide seriamente que le guardes. Y por supuesto que una parte tuya quiere que ese niño sea responsable, recoja todo eso, no haya absolutamente nada tirado ni mal puesto, (aunque sea su espacio de jugar), y quisieras que se comporte como tú lo harías, es decir, tendría que crecer, y de nuevo regresa “el momento de sentimientos encontrados”, llega para decirte que la verdad es que: inconscientemente no quieres que eso pase. Prefieres ver ese poco de cosas tiradas ahí, porque eso significa que tu niño todavía no ha crecido lo suficiente y que todavía no le da pena que lo abraces cuando lo recojas en la escuela, y sabes que en menos de un abrir y cerrar de ojos eso va a pasar, y ese espacio ya no será más un cuarto de juegos, será un lugar normal, de una casa normal, en la que vive solo gente grande y tu niño ya habrá quedado en el pasado.

Por eso espero que Dios me quiera tanto, que me siga regalando muchos otros “momentos de sentimientos encontrados”, así sigo reconociendo(me) en mis sombras y en mi luz, el valor y la poesía que hay en esta vida tan cortica.


¡Salud por todos esos momentos de sentimientos encontrados!

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Las mamás estamos mandadas a recoger

Ayer escuché una entrevista que le hicieron a una influencerfeminista sobre su vida y habló de manera contundente, sabionda y casi autoritaria, sobre el deber que tienen las mujeres de aprovechar en la actualidad la oportunidad de “ser alguien" y lo mal que estaban antes las mujeres que se quedaban en casa, mantenidas, sin hacer nada distinto a criar los hijos, y lo sorprendente fue que al mismo tiempo hablaba de lo afortunada que ha sido de contar con un hombre al que ha podido cederle la crianza de su hijo de 5 años, la cocinada de los alimentos, la lavada de la ropa, la rutina de las mañanas para el kinder, etc., para ella poder viajar a otra ciudad a hacer  su doctorado . Habló de cómo él, en su infinita generosidad, había renunciado en su totalidad a sus títulos universitarios y a producir económicamente para darle la posibilidad a ella de realizarse profesionalmente… pues, prácticamente habló como si el hombre se mereciera una estatua. Y yo, que no soy ni influencer ni femin...

La rutina en homeschool

La cuarentena me trajo de vuelta a Samuel tiempo completo, pero ahora también al Samuel estudiante de escuela.  A pesar de que siempre estuvimos jugando a aprender, apenas en agosto entró a a vivir la experiencia del colegio.  Para eso me hice mi propio horario basado en las mismas horas que venía teniendo en su rutina, y le sumé mi teoría de que aprender jugando siempre será un camino más efectivo. Los primeros días fueron muy raros, él estaba como de vacaciones, pero con la responsabilidad de las tareas, y yo, bueno yo tratando de acomodar todo para lograr una buena experiencia, amable para los dos y creo que lo hemos ido logrando. Yo creo que la parte visual es muy importante, porque además de que le das la instrucción con la voz, también le va dando forma, y tratamos de mantenernos dentro de un orden con tiempos, que resulta muy eficaz. Para lograrlo, usé este horario grande con papeles de colores que puedo modificar día a día, dependiendo de lo que le mand...