Tu niño arma Legos con los ojos cerrados, pero duerme con ustedes. La niña de Fulanita duerme sola, pero odia el huevo y la leche. El hijo de Octavia ama el huevo y la leche, pero no habla todavía. Como ves comparar está mal, desde cualquier punto de vista, está mal que compares a tu hijo con el hijo de Fulanita o de Octavia, tu hijo es tu hijo y tiene cosas maravillosas y otras más complicadas, como seguramente las tiene el hijo de Fulanita y el de Octavia.
Cada niño es un mundo y está muy bien preguntar, investigar, leer, acerca de todo lo nuevo que se te presenta a diario (que es casi todo, por no decir todo), también está bien escuchar, pero hay cosas que molestan y hay que aprender a ignorar.
Hace poco una amiga me contó lo frustrada que se sentía porque su hija (con tres años y 3 meses) no había dejado aún el pañal, mientras que en su círculo de amistades y familia, los hijos de las demás, ya lo habían hecho. No solo se sentía frustrada, también agotada porque llevaba un par de meses haciendo todo lo recomendado, intuido y estudiado posible para que pasara, sin poder lograrlo del todo. El domingo estaba en su iglesia y al recoger a la niña en la zona donde cuidan a todos los niños, una de sus “amigas” voluntarias le dijo que la única niña de todo ese grupo que no hacía pipí sola era la suya, ¡que era increíble! y que seguramente ella (mi amiga) se había relajado mucho con el tema. Antes de que pudiera decir cualquier cosa, llegó otra de sus ‘“amigas” y dijo que ella se lo había dicho mil veces, pero que se notaba que se dejaba manejar por la niña y que seguro era una malcriadez, mientras otra le preguntaba directamente a la niña si no le daba vergüenza andar con ese pañal, pero no se lo estaban diciendo a ella solamente, lo comentaron frente a otras mamás (no tan “amigas”) que también estaban recogiendo a sus niños. Por supuesto, mi amiga quería que se abriera un hueco y se las tragara la tierra, al mismo tiempo que quiso mostrarles el calendario que se había inventado (con la Doc McStuffins, el dibujo animado favorito de la niña) donde iba marcando las veces que su pequeña hacía pipí en el baño y los logros que tenía hasta el momento, que han sido muchos, pero prefirió quedarse callada por educación, mientras veía cómo su niña era expuesta al escrutinio de todas esas personas adultas... y sabiondas.
Yo me niego a creer que esas “amigas”, mamás, por cierto, que seguramente también han pasado por un millón de situaciones difíciles durante la crianza, hayan hecho eso por pura maldad, más bien prefiero pensar que se les fue, que no pensaron, que les ganó la lengua, que se habla muy fácil, y que no midieron que puede llegar a ser supremamente agresivo, incluso, hasta doloroso, ver cómo alguien cercano se atreve en frente tuyo y de tu niño a desprestigiar, con un par de oraciones, todos tus esfuerzos, intentos, y tiempos que has dedicado a eso específico que están desvirtuando, como si no estuvieras ahí, como si no fueras tú la que sabe exactamente qué, cómo, cuándo y dónde pasan las cosas con tu hijo. De pronto te sientes con la necesidad infinita de contarles a todos la verdad, contarles cómo realmente son las cosas, para que no se lleven una impresión equivocada de eso que con tanto esfuerzo has logrado; las rutinas, los lugares, las cantidades, los detalles, para que no piensen de ti y de tu niño lo que no es, para escuchar el lado positivo de las cosas, y ante eso tienes dos opciones: lo escuchas o lo ignoras. Seguramente ignorarlo es lo más sano, en cualquiera de los casos, pero yo también he estado en esa situación y entiendo que es muy difícil no dejarse afectar de alguna manera, así sea pequeñita.
Y yo, cientos de veces me pregunto lo mismo: ¿por qué seremos así las mujeres?, tan poco solidarias, ¿por qué nos gustará tanto juzgar? , y digo las mujeres porque no he visto ese comportamiento entre hombres, a lo mejor es algo que hace parte de nuestra naturaleza y hay quienes, al no hacerlo consciente, no lo pueden evitar.
Pues si tú, que estás leyendo esto, te sientes de alguna manera identificada con estas palabras, quiero que sepas que aquí estoy, que puedes desahogarte conmigo, yo solo soy una mamá más, igual a ti y a todas, tratando de hacer lo mejor por nuestros hijos. Por encima de todo, ¡alégrate y siéntete orgullosa!, no importa lo que te digan los demás, no importa lo que opinen, en el fondo de tu corazón está siempre la verdad, con toda seguridad estás haciéndolo muy bien.Y si alguna vez sientes ese impulso de criticar a otra mamá, de decirle qué tiene que hacer o no respecto a algo, piensa siempre en esos momentos que te has sentido mal por lo mismo y así ayudas un poco, ¿no crees?
Aprender a no comparar tú misma a tu bebé te da mucha tranquilidad y aprender a ignorar los comentarios de los demás, es ideal para vivir más segura y feliz, ¡sin *empelicularte!
*Empelicularse: Dícese del arte de pensar muchas cosas antes de que pasen, que nunca han ocurrido o llegarán a ocurrir, trayendo consigo sentimientos de impotencia, rabia y frustración.
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