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Todos queremos la paz


Quiero a mi país y quiero verlo descansar antes de morirme. 

Me parece que vivir en paz deber ser una constante en nuestras vidas. Vivir en paz, con nosotros mismos primero, y en paz con la mamá, el vecino, el jefe o el señor del supermercado. No hay que odiar a los más ricos, ni a los más exitosos, ni a los más bonitos, se sufre mucho así porque el mundo está lleno de gente más suertuda que uno. Tampoco a las minorías o a las diferentes razas. No se gana nada incentivando la envidia y el resentimiento, eso no es de corazones que están en paz.
Creo que el perdón es el único camino liberador y sanador. Yo decido perdonar a la gente que me hace daño o le hace daño a los que quiero, principalmente para no hacerme daño yo misma con odios y resentimientos, y sin duda, eso rebotará en el universo, en mi salud y en mi condición como ser humano. 
Pero perdonar no es olvidar, perdonar es liberar al corazón del daño que le causa una persona o una situación y eso, por supuesto, genera paz.

En este caso específico yo perdono a las FARC, los perdono para eso, para no hacerme daño, para tratar de entenderlos desde su lado más humano (o sea, más débil) y recurrir a la compasión, pero la gran pregunta es: ¿Nos perdonan ellos a los colombianos (gobierno, dirigentes, campesinos que matan día a día, soldados y demás) para que pueda haber realmente paz o tenemos que legitimarlos como grupo político y darles puestos en el Congreso para “firmar la paz”?
Si la respuesta es la primera entonces ganaremos todos sin duda y podremos, por primera vez en más de medio siglo, respirar y descansar porque habría un cambio genuino. Si la respuesta es la segunda entonces estamos muy mal porque lograron su cometido, manipular a un país a punta de bala, extorsión, secuestros, asesinatos, desplazamiento forzado de campesinos, chantaje, terror y dolor, para al final salir premiados porque un buen día decidieron (palabra clave en la vida: DECIDIR) dejar de defender sus ideales para convertirse en un grupo terrorista.
De ese modo quedaría como ejemplo para nuestra sociedad y para todos los demás asesinos, ladrones y corruptos, sin contar los niños y adolescentes que están en formación, que después de todo no es tan malo ser malo, no importa lo que hayamos hecho, al final siempre tendremos una recompensa y ganaremos por manipulación.
De ser así, deberíamos pensar seriamente en no sólo perdonar a Garavito por los asesinatos de 400 niños, sino quizás premiarlo con un cargo en el Bienestar Familiar, después de todo la gente cambia. ¿Por qué no le creemos cuando dice que ya no es el mismo? Los beneficios deberían ser por igual para todos los que han delinquido de una u otra forma.

La paz no es algo que se “firma o se negocia”, como no se negocia el aire para respirar, es algo que se vive, es algo que se siente, es un modo de vida. No se puede estar en Cuba viajando en jets privados, hospedándose en hoteles 5 estrellas, comiendo langosta y bailando salsa, sin hechos reales: parar los asesinatos, no secuestrar, no permitir el paso de cargamentos de droga, en resumen, no delinquir. Mientras tanto, un país agotado y desesperado decide salir a marchar manifestando sus deseos fervientes de paz, ofreciendo con toda sinceridad y amor, perdonar.


Soy una persona súper positiva, creo absolutamente en que somos energía y he aprendido cada vez más con el tiempo, a ver el vaso medio lleno y no medio vacío. No soy ni escéptica, ni guerrerista, creo en la gente de buen corazón y en los cambios, pero la realidad señores es que estamos hablando de terroristas, no de hermanitas de la caridad. 
Me parece súper valioso salir a marchar pacíficamente como muestra de que estamos cansados de la guerra y queremos paz. Creo que todos los ciudadanos del común, los que no tenemos intereses políticos ni sacamos beneficios del conflicto, queremos la paz. No se me pasa por la mente la posibilidad de que la gente buena, que es mucha, no la quiera, pero una cosa es lo que soñamos y queremos cambiar para tener un país mejor y otra muy distinta ignorar los hechos, o sea, la realidad. Eso es negación y la negación no ayuda a solucionar problemas, los empeora, porque nos hace tomar decisiones equivocadas. 

Hay que entender que todo lo que hagamos en la vida, absolutamente todo, trae consecuencias y si las consecuencias después de asesinar, robar, violar y demás, es que nos traten igual que las personas que no lo hacemos y que tratamos de ser mejores para la sociedad en la que vivimos, entonces no hay diferencia entre hacer las cosas bien o las cosas mal. He hablado específicamente de las FARC por lo de la "negociación de paz" (término que me ofende) pero esto no acaba aquí, están los paramilitares, los corruptos de la clase política, los ladrones en las calles, esos mismos que se convierten en matones por robarle a uno el celular. En fin, la lista es larga.

Al final de todos mis análisis, que son muy personales, después de pensar y pensar concluyo, que a lo mejor yo estoy equivocada y que como colombianos sí debemos legitimar los grupos armados, darles puestos en la clase dirigente (que ya está bien jodida de por sí) y tratarlos como gente buena y decente, solamente para que experimentemos si esa fue una decisión correcta o no, si nos trajo más miseria y más desgracia o no, después de todo, hay cosas que solamente se aprenden viviéndolas, aunque nos cuesten la vida.  Sólo así podremos comprobar si es verdad el dicho de que "hay veces es peor la cura que la enfermedad" o no.

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